Os puedo asegurar que llevo años en pleno proceso de metamorfosis, haciendo capullo (que no el capullo, ¡ojo!). Forjando cada fibra de su redondeada forma, tejiendo a consciencia cada milímetro de su superficie. Pensando en la mariposa en que me iba a convertir, con sus alas de colores, su vuelo aparentemente errante pero con foco (muy importante, el detalle), su polvo mágico (imprescindible para volar), sus viajes de flor en flor.

Todo estaba previsto.

Bien…

De tanto tejer el capullo por dentro (en un intento de alcanzar la perfección o quizás por la indecisión perpetua de nunca estar suficientemente lista), éste se volvió negro y algo pasó.

Mucho tiempo me debí quedar en mi seguro capullito, creando mi marca personal, mis colores corporativos, mi tipografía, mi logo, ¡hasta mi página web! (quizás otro día os la enseño). Toda una experiencia de autoconocimiento brutal y del todo inesperada, esto de hacer la metamorfosis para convertirme en emprendedora o freelance.

Y cuando, por fin, me atreví a sacar una patita de mariposa por una grietita de mi envoltorio fibroso, salió… ¡un tentáculo! extremadamente sensitivo y pegajoso, bordado de ventositas. ¡Ups!

Solté tinta y me escondí en el primer huequito del terreno próximo. ¡Dios mío!

Me había convertido en un pulpo de los que te dejan negros de tinta si les tocas mucho los… las patitas.

Sin entrar en pánico, -recordar que soy veterinaria y que , por tanto, tengo los pulpos en gran consideración-, empecé a analizar el significado de todo aquel acúmulo de ventosas sensitivas en su tinta.

Y descubrí, que como emprendedora recién creada, estaba en fase de tanteo. Y que, por tanto, qué mejor que un pulpo, inteligente y sensible, con infinidad de ventosas para tantear cada posible ruta en el camino y agarrarse fuerte, cuando haya corrientes feroces que me quieran arrastrar a los abismos oscuros del enorme océano.

Así pues, de mi crisálida salió… ¡un pulpo! Justo lo que necesitaba.

P.D. Ahora tenéis que imaginaros la escena.

Una crisálida oscura, que se abre, llena de expectativas de mariposa, para quebrarse por completo, en un instante, con un estallido de tentáculos y tinta, directos a un destino que no habéis podido determinar, debido a tanta sorpresa y tinta, a partes iguales. Pero que yo sé muy bien cual es.