Ser mujer siempre ha sido difícil, desde los orígenes. Llevar el peso que representa ser las creadoras y portadoras de la vida, no es tarea fácil. Ni físicamente ni emocionalmente.

Tener un gran poder como este, va acompañado de una gran responsabilidad y lo sabemos. Muchas de nosotras hemos visto pasar la muerte de muy cerca al dar a luz a nuestros hijos y hijas, al defender a la familia, al reivindicar ser mujer.

La historia nos ha borrado de los libros y de todas partes, en una sociedad dominada por los hombres, que ha llenado los libros de guerras y de logros, infinidad de los cuales tenían una mujer detrás. Muchas de las creaciones artísticas del pasado anónimas, estoy segura  que eran de mujeres.

Los hombres, desde mi punto de vista, son también víctimas de este machismo estúpido y mal entendido. Hacerlos partícipes de nuestro cambio, no lo veo equivocado.

Mujeres y hombres somos diferentes, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra energía, nuestra fisiología. Pero tendríamos que ser iguales en derechos y oportunidades. Todos somos personas humanas y por tanto, lo que buscamos es que se respete nuestra condición de mujer en la sociedad, independientemente de nuestras decisiones vitales.

Los cambios profundos, los de verdad, se originan mediante pequeños actos. Un gran rio, se forma con pequeños torrentes y afluentes, antes de convertirse en un rio enorme y caudaloso. Un devastador incendio empieza con una pequeña chispa. Un aguacero, empieza con una primera gotita de agua. Una playa con un granito de arena. Un gran amor con una mirada.

Todos nuestros retos de cada día, nuestras luchas personales, todo lo que decimos y hacemos, todo esto es lo que podemos aportar a este gran cambio. 

¡No penséis que es poca cosa!

Solamente así comenzaremos a provocar un cambio profundo de la sociedad. 

Yo tengo un amuleto, es una Venus del paleolítico. Siempre había pensado que era el símbolo de la fertilidad. Pero el otro día, me enteré que están dando otro significado al que se había pensado hasta ahora (por los hombres). Actualmente, una mujer cree que podría ser la propia representación de una mujer embarazada que se mira a si misma. Caramba! Un tipo de selfie prehistórico.

La mujer me recuerda al ciclo del agua. Se evapora airosa en la ovulación; forma nubes llenas de agua, origen de toda la vida; llora con la lluvia prementrual a menudo con rayos y truenos; desborda la tierra sangrando emociones a torrenteras en la regla; i se calma nuevamente, sabia como la naturaleza, en un río tranquilo, rumbo de nuevo al mar profundo.

Somos cíclicas, somos vida, somos mujeres. 

¡Viva las mujeres!